El Silencio Otorga, Lo Que El Misterio Concede

lunes, noviembre 27, 2006

Manual de bolsillo para el buen periodismo

Al escuchar, o en mi caso, el leer el decálogo de este periodista, Sergio Guilisasti, me hace tomar en consideración la razón por la cual el trabajo del periodismo se ha visto tan mal parado en el último tiempo.

Los propios reporteros son los que deben de mostrar la verdad más objetiva de los acontecimientos que se viven hoy por hoy, pero no es de esa manera el cómo se percibe. Siempre se encuentran influenciados por lo pequeños regalos o “engañitos” los cuales son dados tanto por personas que quieren ser parte de la noticia, así como los que no quieren ser la parte de ella.

Y ahí es donde surge una pregunta clara, ¿ Por qué no debieran los periodistas de aceptar estos presentes que tan amablemente se les da?

Según lo que indica el decálogo nos diría que los que ejercen esta profesión “no debiesen aceptar nunca recompensas monetarias, agasajos, obsequios o viajes, pues todo ello te compromete con gestores del dinero y de la política y pierdes tu independencia y libertad”.

A mi parecer tiene un excelente argumento con esa frase, ya que al aceptar cualquier retribución por hacer una nota o por cubrir alguna noticia, nos vemos privados de nuestra libertad para decir realmente lo que debiésemos informar, por el no querer quedar mal con el que nos dio aquel regalo. Eso priva a cualquiera de poder dar una verdadera perspectiva de lo que ocurre.

¿Qué pasaría en el caso de cubrir una rueda de prensa en donde se habla maravillas de un nuevo producto y que además no dan cosas por ir? Sería pésimamente visto por cualquiera el estar hablando cizaña luego, a pesar de que se la pudiese merecerlo con todas sus letras.

Jugamos nuestra ética al cambiar de opinión sobre cualquier cosa, es por eso que considero cierta la afirmación de Guilisasti al decir que debemos proteger y avalar lo que informemos, pero dentro de esa afirmación es importante el entender que al ser todos los que escribimos humanos al fin y al cabo, siempre existe la posibilidad de que nos podamos encontrar en un gran error, por lo que , a pesar de ser loable el defender los propios dichos, encuentro aún más el ser completamente sincero y el decir ,a riesgo de ser visto con mala cara, el que nos encontramos equivocados.

Este “Decálogo del periodista”, más que ser visto como un simple artículo de cualquier diario, debiese de ser visto como un pequeño manual de lo que debiese de ser realmente un periodista en la actualidad, ser utilizado como un recordatorio de bolsillo para cuando nos sintamos tentados a vendernos a nosotros mismos.