El Silencio Otorga, Lo Que El Misterio Concede

lunes, noviembre 27, 2006

Hombres mata pasiones

Es algo que me apasiona, quizás porque soy parte de una casa llena de mujeres, en donde el único hombre que hay en ella es mi papá.

Es probable que al escuchar hablar de un tema como las cosas mata-pasiones que tienen los hombres hago creer que voy a hablar de distintas condiciones como el mal olor de sus pies, o tal vez de algún fetichismo a la hora de la intimidad. Pero no es así, de lo que realmente me interesa hablar en este momento es de las tres cosas que hacen pasar de un te quiero, te amo y un te adoro a un chao, no te aguanto y si te he visto, no me acuerdo.

El primer tipo de personaje que podemos encontrar es el hombre que cree que la polola es la mamá. Lo que quiero decir con esto es que la pareja debe estar pendiente tanto de lo que tiene que hacer, como lo que no. La mujer ha de tener presente el recordarle que se bañe, que coma, que se cambie de ropa y que haga las tareas de la universidad. Eso es algo que realmente puede extinguir mucha de las pasiones, ya que uno se encuentra en una relación para estar con un par, no para estar cuidando de un niño, el cual uno no tuvo, por más instinto maternal que una pueda tener.

El siguiente caso es el de los hombre dependientes, que necesitan constantemente de la aprobación de su polola, que ella lo llame cada cinco minutos para asegurar que están pensando en él, que no están haciendo nada malo y que le ponen la atención suficiente coma para que el hombre no se sienta inseguro. ¿Cuál es el problema mayor de este caso? La mujer también necesita el estar con un espacio para respirar, el no tener una lapa pegada todo el tiempo, la cual necesita constante motivación y atención para que no se sientan inseguros. Tarde o temprano uno quiere respirar y no tener que darle cuentas a nadie, a lo menos no estar pendientes de estar a cada rato llamando para quitarle las inseguridades a alguien.

Para finalizar está la peor clase de hombre, quizás la más común, pero menos mencionada dentro de estas categorías, el hombre con ovarios. Dígase de aquel hombre que, al igual que las mujeres, tiene un periodo de cinco días al mes que se encuentran sensibles, que no existe nadie que lo comprenda del todo y que el mundo se ha puesto en su contra para contradecirlo. La clase de hombre que hace pensar si realmente es una la que lleva los pantalones en la relación, la encargada de controlar los problemas e inseguridades que pueda tener contra el mundo. Es increíble el que siendo que se invierten los roles dentro del pololeo o, en otros casos, en un matrimonio, aún así existe el poder de aguantar a la pareja diciéndose a una misma un “tengo que comprenderlo, tal y como él lo hace conmigo”.

Dios dijo que a las mujeres hay que quererlas y no entenderlas, pero de la misma manera, a los hombres hay que entenderlos más que quererlos.

Es por eso que doy una recomendación a todos aquellos machos que sufren de alguno de estos males. Traten de no ser ni unos mamones, ni dependientes, ni menopausicos.

Manual de bolsillo para el buen periodismo

Al escuchar, o en mi caso, el leer el decálogo de este periodista, Sergio Guilisasti, me hace tomar en consideración la razón por la cual el trabajo del periodismo se ha visto tan mal parado en el último tiempo.

Los propios reporteros son los que deben de mostrar la verdad más objetiva de los acontecimientos que se viven hoy por hoy, pero no es de esa manera el cómo se percibe. Siempre se encuentran influenciados por lo pequeños regalos o “engañitos” los cuales son dados tanto por personas que quieren ser parte de la noticia, así como los que no quieren ser la parte de ella.

Y ahí es donde surge una pregunta clara, ¿ Por qué no debieran los periodistas de aceptar estos presentes que tan amablemente se les da?

Según lo que indica el decálogo nos diría que los que ejercen esta profesión “no debiesen aceptar nunca recompensas monetarias, agasajos, obsequios o viajes, pues todo ello te compromete con gestores del dinero y de la política y pierdes tu independencia y libertad”.

A mi parecer tiene un excelente argumento con esa frase, ya que al aceptar cualquier retribución por hacer una nota o por cubrir alguna noticia, nos vemos privados de nuestra libertad para decir realmente lo que debiésemos informar, por el no querer quedar mal con el que nos dio aquel regalo. Eso priva a cualquiera de poder dar una verdadera perspectiva de lo que ocurre.

¿Qué pasaría en el caso de cubrir una rueda de prensa en donde se habla maravillas de un nuevo producto y que además no dan cosas por ir? Sería pésimamente visto por cualquiera el estar hablando cizaña luego, a pesar de que se la pudiese merecerlo con todas sus letras.

Jugamos nuestra ética al cambiar de opinión sobre cualquier cosa, es por eso que considero cierta la afirmación de Guilisasti al decir que debemos proteger y avalar lo que informemos, pero dentro de esa afirmación es importante el entender que al ser todos los que escribimos humanos al fin y al cabo, siempre existe la posibilidad de que nos podamos encontrar en un gran error, por lo que , a pesar de ser loable el defender los propios dichos, encuentro aún más el ser completamente sincero y el decir ,a riesgo de ser visto con mala cara, el que nos encontramos equivocados.

Este “Decálogo del periodista”, más que ser visto como un simple artículo de cualquier diario, debiese de ser visto como un pequeño manual de lo que debiese de ser realmente un periodista en la actualidad, ser utilizado como un recordatorio de bolsillo para cuando nos sintamos tentados a vendernos a nosotros mismos.

La Fontana di Trevi

Vado a dove il mio cuore lo prende
(Voy a donde mi corazón me lleve)

Me falta el aire mientras miro la belleza de las claras aguas que caen a pocos metros de donde tomo tranquilamente mi expresso. Es impresionante la forma en que puede dejar sin palabras la hermosa Fontana Di Trevi, una de las más hermosas fuentes que se pueden encontrar en el mundo, pero que se ubica en la romántica ciudad de Roma, Italia. Casi se hace imperceptible la larga espera que he tenido por uno de mis amigos para que me explique un poco más de la historia de este hermoso lugar.

De más está decir que todo lo visto en fotografías anteriores no son describibles, ni hacen justicia a todo el encanto que tiene este lugar. Vuelvo a levantar mi mano pidiéndole al cameriere que me traiga otra taza de café, pero nunca quitando mis ojos del espectáculo que es el ver a tanta gente de distintos países que se encuentran fotografiando y observando con el mismo asombro que yo las estatuas que son la mayor atracción al ir a ver la fuente.

Aunque un poco retrasado llega por fin Giovanni, uno de los amigos que hice en mi pasada anterior por España, en donde logramos una amistad tan buena que no pude rechazar su invitación a pasar unos días en su natal Roma, de la cual siempre comentaba que no existía belleza más pura y encantadora que la que tiene su Fontana di Trevi.

"Perdón que me demoré tanto, pero entre tantas calles y callejones que hay aquí, es muy fácil hasta para el más conocedor de la ciudad el confundirse de vez en cuando”, decía agitadamente Giovanni mientras que él alzaba su mano para pedir un café.

Lo quería saber todo, pero sobre todo quería saber algo más de la fuente. Ahí fue que con su acento italiano y su galanura diga de cualquier europeo comenzó de a poco a relatarme y describirme lo que captaba mi atención.

“Esta bella fuente diseñada por Nicola Salvi, evocando a lo más puro del arte barroco de la época. Fue terminada el siglo XVIII y tiene muchas imágenes de dioses en ellas”, me contaba él, mientras que tomaba un sorbo más de su taza. En ese momento fue que lo hice terminar rápido, pagar la cuenta y acercarlo un poco más al centro de la fuente. Ya estando parados en el centro comencé como cuando era niña, a apuntar a cada una de las estatuas para saber quienes eran y porqué se encontraban en esas posiciones.

“En el centro, dos tritones guían los caballos que simbolizan los cambios de humor del Océano tirando de la carroza de Neptuno. Las estatuas de dioses y caballos decoran esta fuente y los dos tritones de Neptuno, dios romano del mar, parecen conducir su carro alado por el agua”. Fue ahí cuando vi cómo sus ojos se llenaban de lágrimas de emoción, quizás queriendo decir que a pesar de pasar una vida completa cerca de la Fontana di Trevi, aún se impresiona por su belleza natural.

“Vamos Francisca, lanza una moneda a la fuente” dijo emocionado tratando de que se cumpliera un sueño de él. “Dice la tradición que al lanzar una moneda al agua es seguro de que vuelves a Roma”.

Busqué en mis bolsillos alguna moneda que me haya quedado por ahí, me puse de espalda a la fuente, cerré mis ojos y mientras contenía el aire, lance la moneda esperando pronto estar de vuelta en tan bella ciudad.