El Silencio Otorga, Lo Que El Misterio Concede

lunes, noviembre 27, 2006

La Fontana di Trevi

Vado a dove il mio cuore lo prende
(Voy a donde mi corazón me lleve)

Me falta el aire mientras miro la belleza de las claras aguas que caen a pocos metros de donde tomo tranquilamente mi expresso. Es impresionante la forma en que puede dejar sin palabras la hermosa Fontana Di Trevi, una de las más hermosas fuentes que se pueden encontrar en el mundo, pero que se ubica en la romántica ciudad de Roma, Italia. Casi se hace imperceptible la larga espera que he tenido por uno de mis amigos para que me explique un poco más de la historia de este hermoso lugar.

De más está decir que todo lo visto en fotografías anteriores no son describibles, ni hacen justicia a todo el encanto que tiene este lugar. Vuelvo a levantar mi mano pidiéndole al cameriere que me traiga otra taza de café, pero nunca quitando mis ojos del espectáculo que es el ver a tanta gente de distintos países que se encuentran fotografiando y observando con el mismo asombro que yo las estatuas que son la mayor atracción al ir a ver la fuente.

Aunque un poco retrasado llega por fin Giovanni, uno de los amigos que hice en mi pasada anterior por España, en donde logramos una amistad tan buena que no pude rechazar su invitación a pasar unos días en su natal Roma, de la cual siempre comentaba que no existía belleza más pura y encantadora que la que tiene su Fontana di Trevi.

"Perdón que me demoré tanto, pero entre tantas calles y callejones que hay aquí, es muy fácil hasta para el más conocedor de la ciudad el confundirse de vez en cuando”, decía agitadamente Giovanni mientras que él alzaba su mano para pedir un café.

Lo quería saber todo, pero sobre todo quería saber algo más de la fuente. Ahí fue que con su acento italiano y su galanura diga de cualquier europeo comenzó de a poco a relatarme y describirme lo que captaba mi atención.

“Esta bella fuente diseñada por Nicola Salvi, evocando a lo más puro del arte barroco de la época. Fue terminada el siglo XVIII y tiene muchas imágenes de dioses en ellas”, me contaba él, mientras que tomaba un sorbo más de su taza. En ese momento fue que lo hice terminar rápido, pagar la cuenta y acercarlo un poco más al centro de la fuente. Ya estando parados en el centro comencé como cuando era niña, a apuntar a cada una de las estatuas para saber quienes eran y porqué se encontraban en esas posiciones.

“En el centro, dos tritones guían los caballos que simbolizan los cambios de humor del Océano tirando de la carroza de Neptuno. Las estatuas de dioses y caballos decoran esta fuente y los dos tritones de Neptuno, dios romano del mar, parecen conducir su carro alado por el agua”. Fue ahí cuando vi cómo sus ojos se llenaban de lágrimas de emoción, quizás queriendo decir que a pesar de pasar una vida completa cerca de la Fontana di Trevi, aún se impresiona por su belleza natural.

“Vamos Francisca, lanza una moneda a la fuente” dijo emocionado tratando de que se cumpliera un sueño de él. “Dice la tradición que al lanzar una moneda al agua es seguro de que vuelves a Roma”.

Busqué en mis bolsillos alguna moneda que me haya quedado por ahí, me puse de espalda a la fuente, cerré mis ojos y mientras contenía el aire, lance la moneda esperando pronto estar de vuelta en tan bella ciudad.